Vocabulario descriptivo y legislativo de caminos, Valeriano José Garcés y González, 1875
Carreteras, Manuel Pardo, 1892
Puentes de fábrica y hormigón armado, J. Eugenio Ribera, 1925 - 1932
Caminos, José Luis Escario, 1943
Abordar las restauraciones del puente romano de Córdoba debió de ser siempre una preocupación para los técnicos, conscientes de la trascendencia de la obra y del emplazamiento.
En el siglo I los romanos habían construido sobre el río Guadalquivir un gran puente de diecisiete arcos y unos trescientos metros de longitud para dar paso a la vía Augusta, que unía Roma con Cádiz. El lugar era tan estratégico y el puente tan necesario que siguió en uso prácticamente mil novecientos años; pocos puentes han tenido una vida tan larga en servicio. Una vida, además, llena de sobresaltos pues el río Guadalquivir llegaba a la ciudad de Córdoba alimentado por una serie de afluentes torrenciales que cada pocos años desbordaban su cauce en grandes avenidas, causando muchos daños en poblaciones, cosechas y en los escasos puentes que habían osado construir sobre él.
El puente de Córdoba pervivió gracias a las sucesivas reconstrucciones que se fueron haciendo a lo largo del tiempo, que debieron ser muchísimas, pues solo en dos de sus dieciséis arcos actuales se puede encontrar fábrica romana. Se podría decir que este puente funciona simbólicamente como el gran puente romano sobre el río Guadalquivir, siendo, en realidad, un mosaico de restauraciones…que no han hecho perder a la obra la unidad, la coherencia.
Otro rasgo propio de este puente es que es a la vez un puente de carretera y un puente urbano: fue parte de la vía Augusta en su origen y de la carretera de Madrid a Cádiz hasta mayo de 2004, cuando se cerró al tráfico rodado para hacerlo peatonal. Pero al mismo tiempo a pocos metros de él se levantaron la mezquita de Córdoba o el alcázar y el centro urbano en época romana tampoco estaba distante.
El texto que aquí se reproduce son una serie de noticias históricas sobre el puente romano de Córdoba y sobre de sus reparaciones a partir del siglo XIV, que un ingeniero logró recopilar en los archivos de la ciudad. Debió trabajar en su redacción de 1876 a 1894, año en que fueron publicadas por la Revista de Obras Públicas en sus Anales. Tanto en el prólogo como espigados en el informe histórico, se pueden encontrar datos sobre cómo vivió el responsable entonces de la conservación del puente una acometida del río sobre la obra o cómo, picado ya por el gusanillo histórico o por simple prurito profesional, Luis Sainz examinaba cuidadosamente el intradós de los arcos desde una barca en busca de marcas de cantero, que luego identificaba con otras halladas en muros e iglesias de la ciudad, alimentando hipótesis que le ayudaron a desenmarañar el hilo de las sucesivas reparaciones del puente.
Luis Sainz Gutiérrez se tuvo que enfrentar en diciembre de 1876, recién llegado a su puesto de inspector general de las obras públicas a las consecuencias en el puente romano de una importante crecida del Guadalquivir. Sainz describe gráficamente su impresión en el momento de los hechos, con el río desbordado saltando sobre los arcos del puente con una carga de árboles arrancados de cuajo que chocaban “una y otra vez contra el paramento de agua abajo, impulsados poderosamente por los remolinos que las corrientes formaban a la salida, produjeron estremecimientos que la noche de la crecida transmitía a mi cuerpo el pavimento del puente y que me hicieron temer por su vida”.
El puente resistió esta avenida, como tantas otras veces había ocurrido, y ningún arco sufrió daños de importancia, sin embargo Luis Sainz consideró que se imponía una reparación del alzado, además de la finalización de un arreglo del zampeado que estaba en marcha cuando se produjo el desbordamiento del río.
Ante la responsabilidad de intervenir en una obra tan antigua y simbólica, desconcertado por lo heterogéneo de sus aparejos y sus arcos, el ingeniero temió proponer la destrucción de algo que mereciera ser conservado, por lo que se decidió a indagar personalmente en el archivo municipal de la ciudad de Córdoba. Encontró datos de distintas épocas que le permitieron redactar estas notas, que sin completar una interpretación histórica del puente (todavía pendiente hoy) le permitieron familiarizarse con la obra y decidir con más fundamento qué reparar y cómo hacerlo.