En esta filmación de apenas cinco minutos José Antonio Torroja Cavanillas (Madrid, 1933), hijo de Eduardo Torroja Miret (Madrid, 1899-1961), pone un ejemplo muy gráfico de cómo las estructuras laminares de hormigón resisten gracias a su forma. Ese tipo de estructuras se emplean como cubiertas de edificios y se podría decir que llevan la construcción a uno de sus límites, cubriendo grandes espacios con losas de hormigón de un espesor mínimo.
En España la estructuras laminares se asocian necesariamente a Eduardo Torroja, el gran innovador de la construcción en hormigón armado y creador de estructuras completamente nuevas que le dieron una proyección internacional desconocida hasta entonces por la ingeniería española.
Entre las cubiertas laminares que Eduardo Torroja proyectó destacan tres: la construida para el mercado de Algeciras (1935) que cubre una luz de 47,62 metros con una lámina de 9 centímetros de espesor, la marquesina del Hipódromo de la Zarzuela de Madrid (1935) de 5 centímetros de espesor en los extremos de sus voladizos de 12,80 metros y la cubierta del Frontón Recoletos de Madrid (1936), que con una sofisticada geometría salvaba una luz de 55 metros con una lámina de hormigón armado de 8 centímetros. El mercado de abastos de Algeciras (Cádiz) y el hipódromo de la Zarzuela (Madrid) se conservan en perfecto estado, pero el frontón Recoletos fue alcanzado por una bomba durante uno de los asedios a Madrid en la guerra civil, lo que originó su desplome unos días después del impacto.
José Antonio Torroja Cavanillas se graduó como ingeniero de caminos, canales y puertos en 1957 por la Escuela de Caminos de Madrid. Tres años después empezó a trabajar en la oficina de proyectos de su padre, de la que se hizo cargo a la muerte de éste en 1961. Desde entonces ha sido el mejor divulgador de la obra de Eduardo Torroja. Es enorme su experiencia en el cálculo, proyecto y dirección de obra de todo tipo de estructuras, en especial viaductos de hormigón armado y pretensado (más de cuarenta puentes y viaductos figuran en su currículum, entre ellos el puente internacional sobre el río Miño (1992) y el viaducto de Tamaraceite (1993).
Torroja Cavanillas fue catedrático de Hormigón Armado y Pretensado en la Universidad Politécnica de Madrid. Entre los años 1973 y 1979 dirigió la Escuela de Caminos de Barcelona y entre 1981 y 1989 dirigió la Escuela de Caminos de Madrid. Es doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Cataluña.
Durante doce años (1988-2000) José Antonio Torroja presidió el Colegio de Ingenieros de caminos, Canales y Puertos, lo que da una idea de lo respetado y querido que es entre sus compañeros de profesión. Recibió el Premio Nacional de Ingeniería en 2007.
José Antonio Torroja preside la Fundación Eduardo Torroja, creada en 2004 para aunar la ingeniería civil y la arquitectura siguiendo el “modelo de pensamiento y actuación con el que Eduardo Torroja creó su escuela internacional y multidisciplinar”.